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Mostrando entradas de septiembre 8, 2013

COREOGRAFIAS

Ayer hablando con una amiga comentábamos el hecho del alucinamiento general que nos produce ver a esas parejas fantásticas que nos deleitan en las sesiones musicales de los hoteles. Bailarines que saben coordinarse a la perfección les echen lo que les echen, ya puede ser un tango, un pasodoble, un chachachá o una rumba. Y es curioso, que los hay en todas las latitudes, da igual dónde se sitúe el hotel. También es la misma la cara que se nos pone a los que no sabemos otra cosa que movernos como nos dicta la música; o sea cara de boquiaiertos absurdos, que piensan : "Seguro que van a bailes de salón", o tal vez  "Estoy convencida que el hotel les paga la estancia para que hagan de relaciones públicas". Lo que pasa es que más de una vez consiguen que no te levantes de tu poltrona, por tal de no hacer el ridículo, o como mucho sacas a bailar a tu tierno hijo de nueve años para que te haga de pareja, y así tienes la excusa que si alguien te mira puede pensar: "Oh, q

LA VIA CATALANA

Ayer sentí muchas emociones escondidas. Ayer 11 de  septiembre de 2013 vi como muchas personas se daban la mano y se unían a favor de un sentimiento, de un fervor popular para clamar a los cuatro vientos que quieren ser un país independiente. Nunca me he sentido nacionalista. Pienso que el mundo debería ser un lugar donde todo el mundo pudiera moverse libremente. Claro está, eso es una utopía como lo sería que todos los hombres tuvieran los mismos derechos y deberes. Por soñar que no quede. Lo que me conmovió fue la manera de hacerlo. La gente que acudía lo hacía feliz y contenta, con esperanza, con pasión, pero sin excesivos desbordamientos.  Al contrario, unas imágenes de unos energúmenos entrando en la sede de la Generalitat en Madrid, efervescentes de rabia, con la cara tapada algunos (menudos valientes) rompían todo lo que se encontraban a su paso y gritaban encolerizados Catalunya es España. Y yo me paré a pensar, que no me extraña que cualquier ser con un mínimo de sentido com

MI AMIGO IMAGINARIO

Hoy es mi cumpleaños, cumplo 45 años. Fuera, por la ventana, veo llover. Estoy solo.  Ningún pastel de cumpleaños vistiendo mi mesa, cero visitas programadas, silencio total en el ambiente. En estos momentos echo de menos a mi amigo imaginario. Aquel camarada que nunca me fallaba, que estaba allí para soportar mi mal humor, para dejarse ganar en los juegos ( que por supuesto, yo elegía),  y aquel que me daba sabios consejos cuando yo más lo necesitaba. Apareció por mi vida, más o menos, cuando yo tenía seis años de edad. Por entonces, mi gran ilusión hubiera sido tener un hermano. Pero mi madre, demasiado ocupada , relataba en voz alta su condición  que nada más faltaba otra boca más que alimentar. Mi padre asentía con la cabeza y bromeaba que si se quedaba embarazada que se quedaría sola con dos criaturas. Por lo tanto, no tuve más remedio que callar mis intenciones y sacarme de la manga aquel ser etéreo que sería mi amigo a la vez que mi hermano. Le tuve que poner un nombre. Y