LA VIA CATALANA

Ayer sentí muchas emociones escondidas. Ayer 11 de  septiembre de 2013 vi como muchas personas se daban la mano y se unían a favor de un sentimiento, de un fervor popular para clamar a los cuatro vientos que quieren ser un país independiente.
Nunca me he sentido nacionalista. Pienso que el mundo debería ser un lugar donde todo el mundo pudiera moverse libremente. Claro está, eso es una utopía como lo sería que todos los hombres tuvieran los mismos derechos y deberes. Por soñar que no quede. Lo que me conmovió fue la manera de hacerlo. La gente que acudía lo hacía feliz y contenta, con esperanza, con pasión, pero sin excesivos desbordamientos. 
Al contrario, unas imágenes de unos energúmenos entrando en la sede de la Generalitat en Madrid, efervescentes de rabia, con la cara tapada algunos (menudos valientes) rompían todo lo que se encontraban a su paso y gritaban encolerizados Catalunya es España. Y yo me paré a pensar, que no me extraña que cualquier ser con un mínimo de sentido común quiera separarse de tremendo amor tan posesivo y absorbente. Legítimamente se podía decir así, que Catalunya políticamente pertenece a España , pero ¿Y moralmente? ¿Se le puede pedir a una esposa que ame a su marido a la fuerza, cuando este le está recriminando que no vale la pena como mujer? Yo creo que no. 
Afortunadamente es una minoría. Pienso que la gran mayoría de españoles no piensan así. Pero cuando se trata de un divorcio, el malo siempre es el que quiere separarse. Pero ¿tiene todo el derecho , no? No se puede obligar a nadie a estar en un sitio dónde no quiere estar, donde no se reconoce y admira la ayuda que se prodiga a otras regiones. Donde sufrimos recorte tras recorte sin miramiento. 
En este sentido las televisiones hacen mucho daño. Ayer escuchaba con incredulidad un noticiario de una cadena que tiene el nombre del número de la mala suerte, donde el periodismo objetivo brillaba por su ausencia y excitaba a un público con ganas de carroña. No creo que la gente inteligente se deje pillar los dedos. 
Vuelvo a decir , no soy nacionalista, pero sí amo la tierra en la que he nacido. Agradezco a mi abuelo que un día decidiera subirse a un camión mugriento y empezar una vida donde creyó que sus hijos tendrían un mejor futuro. Y así fue. 
Adoro España y tengo mucha familia y amigos de diferentes puntos. Pero también quiero que mis amigos , mis compañeros, mi familia de aquí pueda expresarse sin que le insulten, sin que le recriminen nada, que no le reprochen que ha dejado de amar. 

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo contigo. Los energúmenos siempre es deseable tenerlos lejos. Pero para mí los que se liaron a quemar banderas de España y retratos del Rey Juan Carlos no son mucho mejores que los ultras que atacaron la librería Blanquerna. La arrogancia, la violencia gratuita y el comportamiento cerril siempre son despreciables tengan el color que tengan.

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